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Autor del artículo
Eladio Gómez

Director Científico en Vesismin Health

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20/04/2021

Novedades en desinfección por UV-C: luces, pero también sombras.

Desde que la OMS contempló la utilización de la radiación UV-C en la desinfección hospitalaria en el actual contexto pandémico, opción también recogida después por el Ministerio de Sanidad, se han venido publicando estudios sobre la eficacia de esta metodología y las dosis mínimas de radiación requeridas, primero sobre subrogados virales representativos y, a medida que se han ido implementando las metodologías para ello, cada vez más sobre el propio SARS-CoV-2. ¿Resultado? En realidad, el esperable para un virus con envoltura bastante lábil: las dosis mínimas han ido demostrando cada vez ser más bajas. De hecho, Nature ha publicado recientemente requisitos de dosimetría extremadamente bajos: en el rango de 4 a 17 mJ/cm2, fácilmente asequibles para casi cualquier sistema, incluso en tiempos cortos y a distancias considerables, siempre que haya una línea de iluminación directa.

¿Debemos entender entonces que cualquier sistema de desinfección por UV-C se convierte en una buena elección para nuestros hospitales, con potencial suficiente para sustituir otras medidas de descontaminación? No nos precipitemos:

– La OMS advierte claramente que “Estas tecnologías no sustituyen la limpieza manual, sólo la complementan. Si se emplea una tecnología de desinfección sin contacto, es obligatorio limpiar a mano las superficies cepillándolas o frotándolas para retirar la materia orgánica.”

– En efecto, que la eficacia de cualquier sistema de desinfección terminal “no-touch” (que por tanto NO limpia) sigue dependiendo de la previa remoción de materia orgánica que proporciona una correcta limpieza, ha sido siempre sabido, aunque insistentemente obviado.

– Dada la proliferación en el mercado de propuestas aberrantes, el Ministerio de Sanidad español requiere además el cumplimiento de una serie de requisitos de seguridad, recogidos en la especificación UNE 0068.

– Dado el ámbito clínico y las reivindicaciones de uso de estos sistemas, tiene sentido exigir que hayan sido fabricados bajo sistemas de Gestión de la Calidad en Productos Sanitarios, regulados por la ISO 13485 y que sean certificables como Productos Sanitarios con Marcado CE (Clase I por ahora, ya que no está aún contemplada su regulación como Clase II).

– Desgraciadamente, la reducción de cargas de trabajo y dedicación de tiempo “hands-on” tan prometida por los denominados “robots” UV-C, dotados de movimiento autónomo y programable, está por ahora muy lejos de cumplir con esas expectativas, según comunica el propio Decontamination Research Working Group de la ESCMID:
El diseño actual de los hospitales y su inventario no están hechos para permitir que los robots de desinfección alcancen su potencial. Idealmente, los robots de desinfección se comunicarían con el entorno a través de una operatividad automatizada, pudiendo entrar en las habitaciones de los pacientes de forma independiente, a través de puertas electrónicas, detectar si la habitación de un paciente todavía está ocupada, y encenderse y apagarse dependiendo de su posición en relación con las superficies para desinfectar, siempre a distancia de las personas. Además, el desorden no planificado de habitaciones y salas de pacientes crea sombras y limita la navegación de los robots a través de esos espacios para que lleguen a las superficies a ser desinfectadas. El diseño e inventario de los futuros hospitales deben tener en cuenta la comunicación electrónica cruzada con los distintos sistemas integrados dentro del flujo de trabajo dirigido a la atención al paciente, del que formarán parte los robots de limpieza y desinfección. Los planificadores y futuros arquitectos deben integrar la desinfección robótica en sus diseños estructurales.” (más info)


Estamos convencidos de que la robotización de estas y otras tecnologías tiene futuro, pero no creemos que éste pase por los actuales diseños, basados simplemente en colocar la fuente lumínica encima de una plataforma móvil estándar para usos logísticos: en los hospitales reales, estos dispositivos siguen necesitando en alto grado de la asistencia del operario para su uso racional y, sin embargo, sacrifican superficie radiante y agilidad, por no hablar del coste añadido de su automatización.


A la vista de éstos y otros condicionantes, ¿cómo podemos esperar que se integre la desinfección terminal por UV-C, en el marco de un nuevo paradigma post-CoVID de Prevención y Control de Infecciones? En nuestro pasado seminario web sobre el tema ya nos atrevimos a avanzar algunos esbozos, y publicaciones más recientes parecen estar dándonos la razón:

“La pandemia también ha puesto de relieve la importancia de la descontaminación ambiental, dado que el SARS-CoV-2 puede persistir en superficies inanimadas durante un período de hasta 3 días. El uso de fumigación o radiación ultravioleta-C para desinfectar habitaciones entre pacientes es una estrategia potencial. Aparte de las habitaciones de los pacientes, las superficies que pueden ser reservorios encubiertos para el virus incluyen terminales informáticos y teléfonos móviles del personal”. (más info)

Pero ninguna de estas consideraciones es exclusiva de SARS-CoV-2. La pandemia ha conseguido, para bien o para mal, poner de relieve algunas de las fragilidades de nuestros sistemas de Prevención y Control de Infecciones en general, y los dirigidos al paciente crítico en particular:
“En este nuevo escenario, en muchas ocasiones, ha sido difícil mantener las recomendaciones de los “Proyectos Zero”, implantados en la mayoría de las UCI de nuestro país, para prevenir las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria (IRAS) en las UCI. Los pacientes COVID19 más frágiles, con tratamientos inmunosupresores y largas estancias en las UCI han desarrollado nuevas IRAS por bacterias nosocomiales. Aunque no se disponen de datos a nivel nacional existe la percepción entre el personal sanitario que los ha atendido, de su incremento y de su presentación en ocasiones de forma fulminante.” (más info)

“Queda por determinar el impacto total de la pandemia por CoVID-19 en los sistemas de salud y las IRAS tradicionales. Se está produciendo una desviación significativa de los recursos normalmente destinados la prevención de infecciones para ayudar a gestionar el brote a nivel del sistema de salud, lo que previsiblemente afectará a los esfuerzos de vigilancia y prevención de IRAS.»

«Ahora más que nunca, los sistemas de salud deben seguir invirtiendo en sus programas de prevención de infecciones (tanto en infraestructuras como en personal) más allá de la pandemia actual.” (más info)


Coincidimos en que, más allá de las urgencias y precipitaciones provocadas por la pandemia, está llegando ya el momento de recuperar un análisis calmado de las opciones que ofrecen las tecnologías no-touch, con la usabilidad funcional y la sensibilidad a los recursos (materiales y humanos) como criterios fundamentales, y con la amenaza global y acuciante que los microorganismos multi-resistentes nunca han dejado de ser. Antes del estallido de la CoVID-19, Weber & Rutala reducían el debate a términos muy básicos: “una mejora de la desinfección ambiental conduce a una disminución de la contaminación, lo que se traduce en disminuciones en la posterior colonización y/o infección del paciente.” (más info)


Porque eso es lo que estas tecnologías pueden aportar: mejoras higiénicas muy relevantes, pero nunca a expensas de las metodologías de limpieza y desinfección más tradicionales, como recientemente se ha enfatizado en la muy crítica revisión sistemática de Dancer & King. Como ellos, estamos firmemente convencidos de que el tiempo y el esfuerzo que el personal sanitario y de limpieza dediquen a la higiene seguirán siendo preciosos e insustituibles para la salud de los pacientes, y añadimos la necesidad de que reciban todo el prestigio acorde con ello.

Ejemplo de ese marco mental renovado, más reflexivo y menos reactivo, que el futuro de la Prevención y Control de Infecciones nos va a exigir a todos, es la exigente revisión de Boyce & Donskey sobre los requisitos de implementación de tecnologías UV-C, que ya en 2019 reclamaban la adopción de criterios estandarizados que definan las dosis requeridas para una inactivación eficiente de microorganismos subrogados, que actúen como “modelos” de los patógenos nosocomiales de interés, así como la disponibilidad de medios fiables para la monitorización de esas tecnologías: “En conclusión, la información sobre las dosis de UV necesarias para lograr reducciones de 3 log10 de patógenos asociados a IRAS, que con frecuencia contaminan las superficies ambientales en los centros de salud, es escasa, y los datos disponibles son inconsistentes. Los centros sanitarios que estén considerando el uso de dispositivos UV móviles como complemento a la desinfección manual estándar de superficies inanimadas se beneficiarían de conocer las dosis UV necesarias para lograr las reducciones deseadas de los patógenos, y de disponer de medios precisos y económicos para determinar si dichas dosis se han alcanzado en varias superficies en las salas de pacientes.”(más info)

Coincidimos con ellos en la necesidad emergente de que la monitorización y la trazabilidad de los procedimientos sanitarios en general, y de Seguridad del Paciente en particular, se hagan extensivas también a su vertiente más cotidiana, la higiene hospitalaria.

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