5 casos clínicos ideales para el uso de la Octenidina
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Director Médico en Vesismin Health
Sin duda, la pandemia provocada por el Coronavirus 2019 (COVID-19), ha generado conmoción en todo el mundo. De una forma u otra, la pandemia ha cambiado el mundo para siempre y podría moldear el futuro cercano bajo muchos aspectos. El sistema de salud se ha convertido en el centro de la batalla en todos los países. Los hospitales y los trabajadores de la salud se han enfrentado al mayor desafío durante la actual década. La atención se ha centrado en los pacientes de Covid-19, pero el sistema de atención médica podría verse confrontado a otros desafíos en los años venideros. En la siguiente serie de blogs titulada “COVID 2024: ¿Cómo la pandemia ha cambiado el mundo de cara a los próximos cuatro años?” analizaremos los cambios y los desafíos a los que el sistema de salud se está enfrentando.
Durante los últimos 70 años, los médicos han recetado medicamentos conocidos como agentes antimicrobianos para tratar enfermedades infecciosas que se producen debido a microbios como bacterias, virus y hongos.
Los antimicrobianos han permitido un gran progreso en medicina. Sin embargo, el aumento continuo de la resistencia a los antimicrobianos limita nuestra capacidad para tratar enfermedades y frena los esfuerzos para lograr la cobertura sanitaria universal y el objetivo de desarrollo sostenible relacionado con la salud. La resistencia a los antimicrobianos es una crisis mundial desatendida que requiere atención y un plan de acción urgentes.1
Los principios rectores de la administración de antibióticos consisten en el uso optimizado de los antimicrobianos, el diagnóstico de calidad, el tratamiento adecuado y la prevención y control de infecciones.2 Durante la pandemia actual de COVID-19, han aparecido muchas amenazas que podrían afectar la administración de antimicrobianos y potenciar así la resistencia a los mismos.
Por ejemplo, muchas personas que presentan una enfermedad leve sin neumonía o una enfermedad moderada con neumonía reciben antibióticos.3 De acuerdo con estudios publicados en pacientes hospitalizados con COVID-19, se demostró que mientras el 72% de los pacientes recibieron antibióticos, solo el 8% mostró co-infección superpuestos.4 La Organización Mundial de la Salud “OMS” también informa que la azitromicina se está utilizando ampliamente con hidroxicloroquina, aunque todavía no se recomienda fuera de los ensayos clínicos de COVID-19.3
Además, los ingresos hospitalarios aumentan el riesgo de infecciones asociadas a la atención médica y la transmisión de organismos multirresistentes, lo que a su vez conduce a un mayor uso de antimicrobianos.5 Un estudio reciente realizado en unidades de cuidados intensivos en 88 países mostró que, aunque solo el 54% de los pacientes tenían infección bacteriana sospechada o comprobada, el 70% de ellos había recibido al menos un antibiótico con fines de profilaxis o tratamiento.6
Las saturaciones de los servicios de salud durante la pandemia están provocando interrupciones en los tratamientos como la tuberculosis y el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), que también pueden llevar a una resistencia a los medicamentos. Del mismo modo, la interrupción de los servicios de vacunación puede aumentar el riesgo de infección, lo que conduciría a un uso excesivo de antimicrobianos.
La última actualización de la guía provisional de la OMS sobre el tratamiento clínico de COVID-19 incorpora principios de administración de antibióticos con recomendaciones específicas.3 La guía no recomienda la terapia con antibióticos ni la profilaxis para pacientes con COVID-19 leve o moderado a menos que haya signos y síntomas de una infección bacteriana.
La guía recomienda el uso de tratamiento antibiótico empírico para pacientes con COVID-19 grave sospechado o confirmado, basado en el diagnóstico clínico que considera los factores del anfitrión del paciente y la epidemiología local, junto con evaluaciones diarias para reducir la escalada.3 El tratamiento de la neumonía se considera en personas mayores en residencias y en niños menores de cinco años con COVID-19 moderado. Como se trata de pacientes no hospitalizados, es preferible administrar antibióticos dentro de la clasificación AWaRe (access, watch, reserve) de la OMS de antibióticos clasificados como acceso, como la co-amoxicilina.7
Argumentamos que las actividades de administración de antimicrobianos deben integrarse en la respuesta a la pandemia en todo el sistema de salud en general a través de cuatro medidas:
1 – Aumentar la competencia clínica entre los trabajadores de la salud que tratan a pacientes con COVID-19 mediante capacitación específica. Las competencias clave incluyen:
2 – Implementar estrictas medidas de prevención y control de infecciones
3 – Garantizar la continuidad de los servicios de salud esenciales y el suministro regular de antimicrobianos asequibles y de calidad garantizada, incluidos los medicamentos anti-retrovirales y anti-tuberculosis y las vacunas.
4 – Reducir el tiempo de respuesta de las pruebas de COVID-19 mejorando los métodos de prueba y ampliando las instalaciones de prueba, especialmente para los presuntos pacientes, para reducir la necesidad de iniciar antibióticos.
En conclusión, creemos que estas medidas, junto con el compromiso a los principios de administración de antibióticos, frenarían la aparición de infecciones y enfermedades resistentes a los medicamentos que podrían conducir a otra emergencia de salud pública en un futuro próximo.
Referencias:
1. No time to wait: securing the future from drug resistant infections. IACG Report to the Secretary General of the United Nations, April 2019. Geneva: The UN Interagency Coordination Group on AMR; 2019. Available from: https://www.who.int/antimicrobial-resistance/interagency-coordination group/IACG_final_report_EN.pdf[cited 2020 Jun 1].
2. Antimicrobial stewardship programmes in health-care facilities in low- and middle-income countries: a WHO practical toolkit. Geneva: World Health Organization; 2019. Available from: https://apps.who.int/iris/handle/10665/329404[cited 2020 Jun 4].
3. Clinical management of COVID-19 Interim Guidance – May 2020. Geneva: World Health Organization; 2020. Available from: https://www.who.int/publications-detail/clinical-management-of-covid-19[cited 2020 Jun 4].
4. Langford BJ, So M, Raybardhan S, Leung V, Soucy JR, Westwood D, Daneman N, MacFadden DR. Antibiotic prescribing in patients with COVID-19: rapid review and meta-analysis. Clin Microbiol Infect. 2021 Jan 5:S1198-743X(20)30778-3. doi: 10.1016/j.cmi.2020.12.018. Epub ahead of print. PMID: 33418017; PMCID: PMC7785281.
5. Langford BJ, So M, Raybardhan S, Leung V, Westwood D, MacFadden DR, Soucy JR, Daneman N. Bacterial co-infection and secondary infection in patients with COVID-19: a living rapid review and meta-analysis. Clin Microbiol Infect. 2020 Dec;26(12):1622-1629. doi: 10.1016/j.cmi.2020.07.016.
6. Vincent JL, Sakr Y, Singer M, Martin-Loeches I, Machado FR, Marshall JC, et al.; EPIC III Investigators. Prevalence and outcomes of infection among patients in intensive care units in 2017. 2020 Mar 24;323(15):1478–87. http://dx.doi.org/10.1001/jama.2020.2717pmid: 32207816
7. The AWaRe classification of antibiotics database. Geneva: World Health Organization; 2019. Available from: https://adoptaware.org/[cited 2020 Jun 4].
8. Siegel JD RE, Jackson M, Chiarello L, and the Healthcare Infection Control Practices Advisory Committee. 2007 Guideline for Isolation Precautions: Preventing Transmission of Infectious Agents in Healthcare Settings.
9. BG, Williams A, Wong Z. Assessing the functionality of temporary isolation rooms. Am J Infect Control. 2017 Nov 1;45(11):1231-1237. doi: 10.1016/j.ajic.2017.05.019. Epub 2017 Jul 6. PMID: 28689979.
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Sin duda. Gracias por compartir su opinion Marta